Por Lourdes Rodríguez
La denominada “ley de cuotas” (Nº 18.476) se aplicó por primera vez en las elecciones nacionales de octubre de 2014, y de la misma manera sucederá con las departamentales de mayo, aunque rige para las internas partidarias desde 2009, año en que se aprobó. En enero, la Corte Electoral decidió que la aplicación incluirá también a las municipales. Comprende sólo esas dos instancias: no se aplicará en elecciones futuras. La norma establece que en cada trío de candidatos titulares y suplentes a los legislativos nacionales y departamentales debe haber personas de ambos sexos.
“La ley de cuotas y las elecciones uruguayas 2014: Aplicación minimalista y trampas legales”. Así se titula el informe de avance para el proyecto Seguimiento electoral desde la perspectiva de género, que Niki Johnson, politóloga británica radicada en Uruguay, realiza en el marco de un convenio entre la Universidad de la República y la organización feminista Cotidiano Mujer.
El desempeño de los partidos no fue homogéneo —entre los tres “grandes”, el Frente Amplio (FA) fue el “mejor” y el Partido Nacional (PN), el “peor”—, pero Johnson subraya que en todos los casos se evidenció “resistencia a la cuota”: los partidos hacen “lo mínimo necesario” para cumplir con la ley. En el 100% de las listas al Senado de los partidos Colorado (PC) y PN que se presentaron en octubre las dos primeras ternas estaban armadas con el mínimo número de mujeres (MNM) —una sola por terna— y el 100% de las listas ganadoras tenía aplicación minimalista, es decir, ubicar a la mujer en el tercer y último lugar de cada terna.
En el FA 64,7% de las listas aplicaba el MNM a las dos primeras ternas y en 50% de las listas ganadoras hubo aplicación minimalista. En el Partido Independiente (PI) la mitad de las listas en competencia tuvo aplicación MNM, pero todas las listas ganadoras eran minimalistas.
¿Los resultados que muestra la gráfica posicionan al PI como “el mejor”? “Es muy difícil compararlo con los otros partidos porque presenta un número muy menor de listas, y gana muy pocas bancas. Mejor hablar aquí de ‘los tres partidos más grandes’”.
El porcentaje de mujeres en los primeros lugares al Senado y a Diputados para Montevideo y Canelones de las listas que compitieron creció con relación a las elecciones de 2009 —en las que no rigió la ley de cuotas— en todos los partidos: en el FA subió de 24,4% a 41,2%; en el PC de 2,8% a 33,3%; en el PN de 19,4% a 41,7%.
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Las legisladoras electas como titulares al Parlamento son 27 (21%): 9 mujeres al Senado (30%) y 18 a Diputados (18%). El impacto en la aplicación fue mayor en el Senado. Esto tiene que ver con que hubo menos fraccionalización de las listas que para Diputados. Para el Senado no hubo una oferta diversa; todas las candidaturas estuvieron concentradas en pocas listas.
Pero no son 27 las mujeres que asumirán bancas en el Parlamento. Se utilizó la “trampa legal” de postular la misma candidata a más de un cargo en lugares “salibles”: son los casos de las blancas Graciela Bianchi (Todos Hacia Adelante) y Verónica Alonso (Alianza Nacional), que compitieron al mismo tiempo en listas a Diputados y al Senado. Al resultar electas en ambas, deben renunciar a la titularidad de uno de los cargos, que ocuparán sus suplentes varones, pero sus postulaciones avalan esas listas ante la ley de cuotas. A fines de enero, Bianchi comunicó en una carta pública que le cedería su banca en el Senado a su suplente, Álvaro Delgado.
La conformación del Parlamento también puede variar ante nuevas designaciones a cargos ejecutivos nacionales o tras las departamentales de mayo. Un caso es el de Cristina Lustemberg, que asumirá la subsecretaría de Salud Pública; no perderá la titularidad de la banca pero su suplente es un varón (José Querejeta). El informe señala como problema que la mayoría de los suplentes de titulares mujeres son hombres.
Johnson dice que la inclusión de Bianchi parece “una jugada deliberada” para excluir a mujeres con trayectoria dentro del PN con mujeres. “Está claro que Bianchi no ocupa esos lugares ni por su trayectoria dentro del PN ni por su votación en las internas, porque no marcó votos con lista propia. Sin duda, uno de los atractivos de su candidatura para Lacalle Pou era que tenía un perfil alto en los medios por ser una figura polémica. Pero también era una candidata que se prestaba para la jugada de ‘poner una mujer para dejar entrar un varón’”, asegura la politóloga.
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El ejemplo de la inclusión de Bianchi se contrapone, según Johnson, al caso de la otra senadora electa del sector, Carol Aviaga, quien tiene larga trayectoria en Lavalleja e integró el último directorio del PN. En el caso de Alonso, cuyos suplentes son varones, es diferente. “Lo que ella hizo durante cinco años fue generarse una base electoral significativa con un perfil definido. Abrió listas en Canelones, lo que le da proyección nacional, y tuvo una presencia mediática bastante peleadora en ciertos temas. En las internas tuvo el apoyo de diversos dirigentes barriales cuyas listas encabezaba, una práctica muy común en la política uruguaya. Llega a ocupar los dos lugares por la votación en las internas”, analiza Johnson. El acuerdo de Alonso con los dirigentes que la habían apoyado era adjudicar las tres suplencias respectivas de su candidatura según la votación que recibieron en las internas. “Ser fiel a ese criterio implicó que ella no podía luego poner a una mujer como su primera suplente a la Cámara de Representantes”, acota.
En Vamos Uruguay (VU), el sector mayoritario del PC, las listas también se armaron de acuerdo a la votación en las internas. Valentina Rapela, de 27 años, perteneciente a Vamos Orientales —la lista 505, un sector con poca trayectoria dentro del partido—, fue electa diputada por estar en el tercer lugar de la lista de VU. Eso sucedió porque varios varones (Ope Pasquet, Fitzgerald Cantero, Felipe Schipani) de agrupaciones que estaban por delante prefirieron bajarse un lugar o más en la lista antes que designar para ese puesto a una mujer que los representara.
“¿Son grupos o personalismos? ¿Son sectores que ideológica o programáticamente tienen matices con respecto a otros o es simplemente un vehículo para una candidatura personalista?”. Para la politóloga, algunos líderes no apuntan a ceder el lugar a una candidata que represente al sector: quieren ser ellos mismos quienes ocupen las bancas. “En general, así funciona en los partidos tradicionales y en el FA. Evidentemente, las mujeres para competir tienen que construir su propio liderazgo y para eso tienen que tener conexiones y dinero”.
En la gran mayoría de las listas del FA hubo una aplicación minimalista, pero, de acuerdo al informe, hay una “mejor aplicación” de la ley de cuotas en relación a los otros partidos. En 2010 la presencia femenina en la bancada frenteamplista era de 18,2% y en el próximo periodo será de 23,1%. El partido en el que más impactó la ley fue en el PC, que pasó de 18,2% a 29,4%; el PN es el que tuvo un menor incremento de mujeres en su bancada: de 7,7% a 9,5%.
¿Por qué, entonces, si el FA aplicó mejor la ley no impactó mejor? “El FA ganó más bancas y tiene mayor fraccionalización, por lo que el impacto es menor. El impacto mayor en el PC es dado básicamente por la mejor ubicación de tres mujeres en departamentos del interior (Tacuarembó y Salto, donde encabezaron, y Canelones, donde estaba segunda en la única lista del PC que ganó bancas). Pero en el Senado y Montevideo el porcentaje de mujeres sobre la banca es menor que en otros partidos”.
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La ley de cuotas tuvo impacto, porque aumentó el número de mujeres electas, pero aumentó “poco”. “Se pierde de vista el objetivo de la ley, que no es que las mujeres figuren en las listas, sino que haya una ‘participación equitativa de personas de ambos sexos en la integración del Poder Legislativo’”, dice el informe citando la ley. “El real compromiso de la clase política debe ser revertir una situación de desigualdad en la representación”, dice la politóloga, y acota que para mejorar el impacto de la ley es necesario que haya voluntad política para que se aplique mejor.
Con las dos titularidades femeninas que se pierden, el porcentaje de legisladoras que asumirán las bancas es de 19,4%, 4,8 puntos más que en 2009 y la cifra más alta del período posdictadura (ni una mujer asumió al inicio de la legislatura electa en 1984). En el Senado la representación femenina será de 26,7% y en Diputados de 17,2%, mientras que en 2009 fue de 12,9% y 15,2%, respectivamente.
Con los nuevos porcentajes de presencia femenina en el Parlamento Uruguay sube del lugar 109 al 89 en la Clasificación Mundial en los Parlamentos Nacionales de la Unión Interparlamentaria (entre los Emiratos Árabes y Marruecos) y del 18 al 12 en el ranking de América Latina. En 2001, 11 países latinoamericanos habían aprobado leyes de cuotas; en 2009, año en que se aprueba la uruguaya, Ecuador, Bolivia y Costa Rica ya tenían las suyas. Hacia ahí se dirige la discusión desde el movimiento de mujeres en Uruguay, abrazadas del artículo 5º de la ley, que prevé que la legislatura que asume en febrero evalúe tanto su aplicación como también “modificaciones para futuras instancias electorales”.