Pax carioca
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El mundial de este año y los Juegos Olímpicos de 2016 están transformando la vida en Río de Janeiro. Cuando los fotógrafos del  colectivo Sub —Gisela Volá, Nicolás Pousthomis, Gabriela Mitidieri, Gerónimo Molina, Martín Barzilai, Verónica Borsani y Olmo Calvo Rodríguez— regresaron a Brasil este año, encontraron un país marcado por la proximidad de la Copa del Mundo pero también por las movilizaciones populares que llevaban más de un año en marcha. Ambos fenómenos se cruzan en los barrios pobres de Río, que están siendo “acondicionados” por la policía militarizada. “Conocíamos muchos ensayos fotográficos que abordaban la vida en las favelas y sabíamos que queríamos intentar capturar la perspectiva de sus moradores; no nos interesaba ingresar a los territorios acompañados por las fuerzas de seguridad, así que en su lugar nos adentramos en la Rocinha, en el Complexo de Alemão, entre otras, de la mano de militantes populares, activistas independientes por los derechos humanos ante la progresiva militarización de estos territorios”.

 En octubre de 2007 la FIFA eligió a Brasil como sede para la Copa Mundial de Fútbol de 2014 y un año antes Río de Janeiro había sido escogida para los Juegos Olímpicos de 2016. Desde ese entonces, 33 Unidades de la Policía Pacificadora (UPP) se instalaron en las favelas más importantes de Río y otras siete se proyectan para los próximos meses.

Pacificar un territorio no es otra cosa que imponer un poder mayor al que lo regía. Eliminar el conflicto es imposible, pero eliminar a los conflictivos ya se parece más al tipo de tarea que puede realizar la Policía Militar. “Antes, cuando entrabas a la favela te recibían los narcos con sus ametralladoras. Si querías gas, tenías que hablar con el narco; si querías abrir un negocio, tenías que hablar con el narco; si tenías un problema con tu vecino, el narco lo resolvía. Hoy es la Policía Pacificadora la que te recibe con ametralladoras y es el narco el que tiene que arreglar con ella para continuar con su negocio. No justifico la violencia policial, pero estamos más tranquilos”, dice Edu, trabajador municipal, nacido y criado en la Rocinha.

El Instituto de Seguridad Pública, una agencia del gobierno, dice que el número de homicidios en Río se redujo en 51%. En 2007, un año antes del establecimiento de la primera UPP, hubo 2.336 asesinatos en la ciudad. En 2012 fueron 1.209. Sin embargo, las despariciones pasaron de 1.858 en 2007 a 2.488 en 2012: un aumento de 74%.

Menos asesinatos, más desapariciones; la paz se manifiesta de formas misteriosas.


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