Nacho P + Zeta
“VENGO DEL FUTURO, BO”. DE ESTA MANERA SE PRESENTABA EL URUNAUTA CUANDO LLEGABA A DESTINO LUEGO DE SUS VIAJES AL PASADO. DESPROVISTO DE LECTORES Y APOYO, EL SUPERHÉROE URUGUAYO DEJÓ DE DIBUJARSE EN 2014. HA MUERTO EL PRINCIPAL VIAJERO EN EL TIEMPO DE LA HISTORIETA NACIONAL.
A pesar de ser dibujante y guionista de historietas, Alcides Fernández (más conocido como Fefo) nunca había leído la célebre historieta argentina El Eternauta de HG Oesterheld. Cuando se la mencionaron en el cumpleaños de una prima marplatense no entendió el argumento pero le gustó cómo sonaba. En poco tiempo nacía el superhéroe con peor nombre de la historia del género: el Urunauta.
La obra de Fernández llamó la atención de los lectores desde el principio, con episodios de una estructura narrativa sencilla y potente: en cada uno había un viaje al pasado en el que el Urunauta intentaba modificar alguno de los acontecimientos más importantes de la historia. Como toda persona de buen corazón y poca información, Fernández comulgaba con la melancólica idea de que la humanidad se está yendo al demonio. Para combatir esta decadencia, su personaje buscaba cambiar la historia universal apersonándose ante los hechos y personas responsables de las malas decisiones de la humanidad e intentaba convencerlos para modificar el rumbo de los acontecimientos. Las primeras entregas se enfocaron en los grandes temas universales.
A pesar del éxito inicial de “El Urunauta le habla fuerte a Judas Iscariote” y “El Urunauta modera los excesos de la administración Genghis Khan”, los lectores no tardaron en criticarlo. Sobre todo en las redes sociales, que se convirtieron en su pesadilla. Cuando no era un historiador quisquilloso desde Twitter (“Será una licencia poética, pero el viaje a 1836 para retratar la Revolución Francesa está reñido con la verdad histórica… #UrunautaSalame”), era un adolescente fanático del rigor geográfico desde Facebook (“¿Por qué el Urunauta viaja a Italia para modificar el comienzo de la Revolución Industrial? ¿No tendría que haber ido a Inglaterra, como me enseñaron en el Liceo? Jajajajaja cualca”). Los episodios subsiguientes no ayudaron mucho. Por ejemplo, la llegada del Urunauta a Centroamérica en 1492 con el objetivo de alfabetizar a los indígenas taínos de la isla La Española es un claro desaprovechamiento de los acontecimientos históricos que sucedieron en ese año y ese lugar.
Así que las críticas no eran gratuitas. Cuando el personaje hacía una opción temporal interesante viajando al siglo V a.C., no acertaba con el espacio; iba al desierto de Gobi, que en ese entonces estaba exactamente igual que ahora. O acertaba el espacio pero equivocaba el tiempo, como en el episodio de “El Urunauta viaja a Roma”, en el que Fernández (ayuno de todo oportunismo, vale decir) coloca al Urunauta en 1999, desaprovechando la posibilidad de conversar con gladiadores y emperadores. Además, el propio estilo de la historieta fue criticado. En “El Urunauta contra el neoliberalismo de Carlos Menem” hubo quien resaltó lo inverosímil que resultaban en boca de obreros industriales argentinos de 1994 frases como “Araca, muchachos, ahí viene el colifa del futuro, ¡me cache en dié!”.
Ante la hostilidad, Fernández abandonó la historia universal y se concentró en los acontecimientos nacionales. En uno de sus episodios más recordados, el Urunauta instaba a Baltasar Brum a no suicidarse. “Balta, mirá que a la gente no le apasiona tanto esto de la democracia, te volás la zabiola y no hay revuelta alguna, son unos docornu bárbaros. Además sos joven, podés vivir hasta 1950, creéme que ahí va a pasar algo importante”. La semana siguiente, enojado con el Uruguay en su conjunto, Fefo hizo que su personaje expulsara de nuestro territorio a Lord Ponsomby.
Cuando la creatividad se agotó, Fernández tomó la peor de las decisiones. Usó al personaje para sus obsesiones y batallas más personales. Así, el Urunauta viajó hasta el 5 de marzo de 1918 para hablar con Abdón Porte, quien estaba a punto de cometer su célebre suicidio en el círculo central del Parque Central, el estadio del Club Nacional de Fútbol. Recordemos que Fefo es un manya recalcitrante.
—Vengo del futuro, bo. Mirá lo que tengo acá.
—¿Qué es eso?
—No jodas, Abdón, sabés bien que esto es una foto. En 1918 ya existen las fotos.
—No, me refiero a quién es el del retrato, el que tiene pelo de mujer y pinta de percibir remuneraciones a espaldas del resto del plantel.
—De estas cosas te quería hablar. Se llama Washington Sebastián y será ídolo del club por el que te estás por pegar un tiro. ¿Me explico? Y esta foto es la de Eduardo Ache, ya te contaré.
—Vete, Urunauta, no me mientas.
—¡Escucha! Debes saber la verdad. No sacrifiques tu vida en este verde césped en el que sacó tres puntos el Olmedo de Riobamba. Antes de irme con este aparato del futuro te haré escuchar al maestro de ceremonias de las celebraciones del equipo, Orlando Pettinatti, dirigiéndose a la parcialidad desde este mismo césped. No querrás apretar el gatillo.
La mitad de los lectores lo abandonaron ipso facto. Pero Fefo sólo profundizó sus obsesiones, ya sin temer la huida de más lectores. Los últimos episodios de El Urunauta fueron en caída libre. Fernández hizo que el personaje viajara al pasado reciente para evitar el cierre de la revista ¡Berp! (era su fuente laboral y correspondía con su período de mayor gloria y juventud). Luego mostró su hilacha de defensor de la vieja moral soviética y ante los afiches de la lista 1001 que incluyen una planta de marihuana y un arcoíris de la diversidad sexual no tardó en llevar al Urunauta a la década del 40 para hablar con el viejo dirigente Eugenio Gómez (“Eugenio, no aflojes, un poquito más de estalinismo o esto se va al carajo”). La semana siguiente, en el colmo del capricho, obligó al Urunauta a ir a la década del 70 a matar a los padres de Iñaki Abbadie, a quien detestaba especialmente, de modo de impedir su nacimiento. En su último cuadrito, como en una premonición, el personaje dice “adiós”.
Adiós, Urunauta. La historieta uruguaya, que nunca te recibió del todo, hoy te despide. Como dijo en estos días un viejo dibujante, Paco Francisco Álvarez: te vas por la puerta grande, pero la puerta grande del fondo. ][