Verdadero falso [Lento #41, Agosto 2016]

Dos directores debutantes, aunque están hace tiempo en el medio artístico, escriben y dirigen algo así como una comedia familiar en la que Jorge Denevi es un relacionista público gay a poco de ser abuelo.

Texto: Nelson Barceló

Las toninas van al Este narra el reencuentro de un padre (Denevi) con su hija (Verónica Perrotta), quienes permanecían distanciados y retoman un vínculo pautado por una serie de mentiras que se van develando en el transcurso de la historia. Con la dirección y actuación de Perrotta y del reconocido guionista y director de arte Gonzalo Delgado Galiana, esta comedia es 
la ópera prima de ambos, que ya habían trabajado juntos en las películas Whisky (Pablo Stoll-Juan Pablo Rebella, 2004) y Acné (Federico Veiroj, 2008). En principio habían determinado que ella actuaría y Delgado se dedicaría a dirigir, pero por la dinámica de los hechos sus roles se tornaron indivisibles. Perrotta describe este proceso como el de “una película de dos guionistas que querían actuar” y recuerda que estuvieron un par de años juntándose a pensar en los personajes. Delgado quería trabajar sobre la imagen de un padre veterano gay que debe enfrentarse a una hija con la que no supo mantener una buena relación. “Cuando decidimos escribir juntos, barajamos varias ideas y le conté esa imagen de padre e hija que no saben aceptarse y se relacionan a través de la mentira. Ahí comenzamos a construir esos personajes, mucho antes de tener un relato cerrado. Fueron dos seres que transitaron por diversos paisajes y anécdotas hasta que encontraron su historia”, recuerda el cineasta.
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De ahí en más la mentira va entretejiendo las historias de los protagonistas, que construyen sus vínculos desde el engaño: una hija decidida a retomar contacto con su padre —que vive en Punta del Este— pero que es rechazada hasta que él se entera de que será abuelo. Perrotta recuerda que le interesaba trabajar la mitomanía mediante el diseño de personajes que crean mundos permanentemente. Por su parte, Delgado piensa que la mentira es también una forma de complacer al otro y algo que sucede más a menudo de lo que estamos dispuestos a aceptar: “Tiene una carga muy negativa y es hipócrita esa condena cuando vivimos en un mundo de selfies y poses, pero es más fácil negar que mentimos que aceptarnos como somos frente a nosotros mismos y a los demás”. Los directores notaron que los protagonistas no podían evitar esa compulsión por más que se sintieran atrapados, y Perrotta destaca que sus personajes ganaban en libertad, una libertad fronteriza con la impunidad. Ejemplo de ello es el padre que compone Denevi, quien interpreta a Miguel Ángel García Manziotti, una figura gay de la farándula rioplatense que está en plena decadencia y vive una rutina de excesos. “Denevi es impresionante”, comenta Perrotta, “es gigante, verborrágico, llama la atención donde vaya y queríamos algo de eso. Siempre pensamos que fuera mucho más grande que yo, que casi no pudiera abrazarlo, que siempre estuviera agotado tomando pastillas, resaqueado, en calzoncillos, medio sucio. Ninguno de los dos lo conocía. Lo llamamos, nos preguntó si habíamos visto El ingeniero (Diego Arsuaga, 2012) y le mentimos. Después tuvimos que salir corriendo a conseguir una copia, que todavía no estaba editada, un papelón. Nos dijo que no tenía nada para hacer ese año, que se lo había dejado para el cine —pero para verlo—, que si le gustaba el guion hablábamos. Y al otro día nos escribió que le había parecido muy potente el vínculo de ese padre y esa hija, y que nos quería conocer”.

Durante la película son identificables varias locaciones de Montevideo y Punta del Este con imágenes del puente de La Barra, las playas y el hotel Conrad. Esta coproducción con Rizoma, de Argentina, y Pandora Film, de Alemania, cuenta con el apoyo del Instituto del Cine y Audiovisual del Uruguay, el Fondo para el Fomento y Desarrollo de la Producción Audiovisual Nacional, Montevideo Socio Audiovisual, MVD Filma y Film und Medien Stiftung NRW. Las toninas van al Este, estrenada 
el 4 de agosto, es una buena ocasión para presenciar una comedia en la que extrañas parejas insisten en vivir su historia con el optimismo que les brinda la fantasía.


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