Mikado, jenga y damas chinas son parte de la oferta de K Fe, un bar que surgió del encuentro de dos turistas con un uruguayo y que refleja sus experiencias por el mundo.
La esquina de Paullier y Maldonado llama la atención. Pueden ser las frases en el pizarrón de afuera, los acentos europeos que se captan en el aire o los colores de K Fe, ubicado en la zona entre Parque Rodó y Cordón, que es hoy uno de los núcleos de movimiento de la noche montevideana.
Barbara es checa, Duncan es escocés y Simón es uruguayo. Se conocieron en Melbourne en 2007, cuando los tres viajaban por el mundo; trabajaron juntos y convivieron durante unos meses. Fue ahí cuando se les ocurrió armar un proyecto —un bar o un hostel—, y como Simón quería volver a Uruguay después de diez años fuera del país, se pusieron a buscar un local. “Cuando llegamos estaban las paredes blancas y lleno de cosas del dueño”, recuerda Duncan. Hoy es otra cosa, después de un mes de trabajo, litros de pintura, mapas de ciudades del mundo que ocupan un mural entero y unas cuantas ideas de Barbara, encargada del diseño de K Fe y creadora de OKO, la línea de ropa, objetos y muebles que se vende allí mismo, junto a productos de Estampasis Serigrafía y Mi Semilla Diseños.
El menú del bar que nació en un viaje propone “comidas del mundo”. Cuando Duncan —cocinero autodidacta que aprendió viajando por Escocia, España, Alemania y Australia— llegó al país le dijeron que en un buen bar uruguayo no podía faltar un chivito y se le ocurrió crear las variantes tandoori (de pollo macerado en yogur y especias, como se prepara en India) y de berenjena y calabacín, ambos en panbatta. También hay guiso con curry marroquí, goulash (estofado húngaro) y minestrone (sopa italiana). De tomar, mojitos con cilantro, limonadas con jengibre y grappamiel casera con toques de cáscara de limón, canela y cardamomo, que también se vende por encargo.
Otro de los atractivos de K Fe son los juegos, una costumbre que los tres viajeros observaron en los boliches y hostels de Europa. De hecho, en esa esquina se respira un clima de bar universitario y de intercambio, algo del hippismo que se vive en tanto hostel. Jenga, damas chinas, mikado y ludo son algunos de los juegos disponibles para los comensales. No es el único bar de la ciudad que los ofrece: está Kalima con sus clases de ajedrez (los jueves a las 19.00) y El Gallo Rojo, en Ciudad Vieja, que además de pool, ofrece damas, mikado, dominó, jenga y ajedrez, pero con horarios no tan propicios para ir a hacer una previa.
K Fe es chico. En formato restaurante entran no más de 20 personas y cuando hay música —comenta Simón— “una banda tocando ocupa la mitad del bar”, así que los recitales y los DJ en vivo son cada vez menos frecuentes. Pero eso no significa que no haya actividades. Durante todo el mes y como parte de la programación de Boliches en Agosto, el bar propondrá torneos de jenga, damas chinas, dados y ludo entre los que asistan. Ganar en uno de los juegos se recompensa con un trago y ser vencedor en los cuatro equivale a una cena para dos personas. K Fe abre de lunes a domingos de 18.00 a 2.00.