Una mesa demasiado grande

 

Los juegos de cartas saltaron del paño verde a las pantallas del mundo, y los torneos, a veces millonarios,
llevan a los competitivos profesionales, con buenas y malas rachas, a un paso de las ocho horas.

 

†Santiago Fernández

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Una noche cualquiera de la semana la página más importante de poker online registra que más de 102.000 personas están frente a una computadora a lo largo del planeta disputándose los premios de más de 3.500 torneos, todos jugando a la vez, como en un gran casino global. En varios países el poker es un deporte mental reconocido como el ajedrez. No es el caso de Uruguay, aunque algunos se lo han tomado en serio y se dedican al juego de cartas más popular de manera profesional. Dicen que posee una buena combinación de estrategia, estadística y hasta psicología.

En Uruguay el promedio de jugadores online con respecto a la cantidad de habitantes es el más alto de Latinoamérica y, si bien en la jerga habitual se denomina tiburones a los profesionales y peces a los amateurs, se pueden identificar básicamente tres tipos. Está el recreacional, ése que entra por un tiempo corto y se juega unos dólares nomás. Le sigue el intermedio, que es bueno pero no está a un nivel alto, como puede ser alguien que está un par de horas al día frente a la computadora, tiene su trabajo y lo hace como una alternativa de ingreso para mejorar su sueldo, pero tampoco lo toma tan profesionalmente como para dedicarse de forma exclusiva. Advertencia: en este grupo, muchos han metido un “bombazo” y se han llevado unos cuantos miles de dólares en una sola jornada. En lo alto de la escala figura el profesional: dedicado a pleno al poker, ha ganado varios torneos y con ellos el reconocimiento a nivel internacional. No llegan a ser mucho más de diez.

Entre los miles de jugadores en el mundo que optan por el poker online, los que se destacan son generalmente hombres de 20 a 30 años, de clase media y con cierta formación universitaria. Algunos están vinculados a la programación, otros tienen formación matemática o facilidad para las estadísticas y el razonamiento abstracto. Casi todos comenzaron jugando personalmente, en casas de amigos, de manera lúdica y gratuita, o directamente en el poker online en su variante con dinero ficticio. Pero una vez que empiezan a jugar bien y ven que se puede ganar, ya nadie quiere billetes de mentira. Ahí se pasa al siguiente nivel.

 

Existen decenas de páginas o “salas” que ofrecen poker online, como fulltiltpoker.com, 888poker.com, titanpoker.com y la reina absoluta de todas las comunidades de juego en línea pokerstars.com, entre otras. En todas la mecánica es sencilla: se descarga gratuitamente un software, se registra, se hace un depósito y a jugar. El depósito se puede hace mediante tarjeta de crédito o de la manera más usual y sencilla, comprando un voucher de Ukash en cualquier RedPagos. Los hay por 20, 50 y 100 dólares. Se ingresa el código del voucher y ya se dispone del dinero para jugar.

Para cobrar lo ganado se opera mediante la tarjeta Neteller, un banco virtual al que se sube el dinero y luego se retira en un cajero automático. También está la opción de los “bajadores de fichas”, agentes intermediarios a los que se les transfiere lo obtenido y ellos lo entregan al ganador con una comisión aproximada de 5%. Este último es el sistema más popularizado entre los jugadores, al menos en Uruguay. Los métodos son seguros y confiables y, en el caso de los bajadores, “nadie se te va a quedar con la plata, porque en el poker la palabra vale mucho”, aseguran los jugadores consultados. Se han bajado desde 50 hasta 100.000 dólares.

Una forma de jugar es el Cash Game, en el que uno se sienta con su dinero en una mesa que se ve en pantalla, juega lo que quiere y se va cuando quiere. Es como si jugara en vivo. La otra forma es ingresar a un torneo, en el que se paga una entrada fija, juegan entre todos y al final se premia según la ubicación. Pueden participar 1.000 jugadores, por ejemplo, que se van eliminando hasta que quedan dos y entonces van mano a mano. Algunos pueden ser tan largos que duran varios días y los participantes están online durante ocho horas o más, con descansos de pocos minutos para ir al baño o estirar los dedos. Paran y continúan al día siguiente.

Uno de los torneos más importantes es el Sunday Million, de PokerStars, que se llama así porque asegura una bolsa mínima de un millón de dólares en premios. La entrada es de 215 dólares. Participan entre 5.000 y 8.000 jugadores, a los que les puede llevar unas nueve horas de juego y a veces más. Muchos pierden y se reenganchan en otro torneo, así que terminan la jornada con 12 o 16 horas frente a una computadora.

El nick es el seudónimo del jugador, un requisito identificatorio para participar en una mesa. En  las salas globales se ve desde un Harry-poker, Omaha Bin Laden, RobertFripp2 hasta un Opus Dei. Uno se puso Ihatejuice (odio el jugo) y la sala le pidió que se lo cambie porque sonaba a “I hate jews” (odio a los judíos). En Uruguay, Alex Komaromi, que eligió llamarse Komarolo22, es un joven de 22 años y uno de los mejores jugadores online de nuestro país, que ha ganado torneos incluso en la modalidad en vivo, aunque reconoce que ahora le gusta más jugar frente a la computadora: “Online están los mejores del mundo y la competencia es mucho más alta. En vivo jugás una mano cada dos minutos y desde acá uno juega 800 manos por hora, en diez o 12 mesas”. Ah, porque juegan en varias mesas a la vez (lo llaman multitablear). PokerStars permite hasta 24, aunque manejar tantas al mismo tiempo no es tarea sencilla. A veces la concentración flaquea y la probabilidad de tomar una decisión en la mesa equivocada puede provocar un error innecesario.

Los jugadores que están al nivel de Komarolo22 tienen una forma de vida, si no atractiva, al menos diferente a la del promedio. En la semana pueden estar tres o cuatro días jugando unas cuatro o cinco horas cada vez, como mínimo. Pero cuando llega el domingo la dedicación es total. Un profesional que se excusó de dar su nombre, y a quien llamaremos Pedro, aclara: “Un jugador de poker serio no se puede perder un domingo, porque los números se multiplican mucho en la cantidad de jugadores. Es el día de descanso para la gente, entonces se combinan los jugadores pro [profesionales] con los amateurs. Si juega más gente, los premios son mayores. Y si bien es una profesión muy poco convencional, terminás haciendo más o menos un promedio de ocho horas diarias como cualquier trabajador”.

También están los coachs, que enseñan nuevas técnicas para el jugador pro. Vienen del exterior, pueden cobrar hasta 4.000 dólares por jugador y se reúnen con seis o siete alumnos avanzados durante un mes, en una casa alquilada para ese propósito. Es una modalidad habitual, que también se da en Uruguay.

“Acá hay de todo. Tenés el que gana 6.000 dólares por año y el que gana 500.000 dólares por año. Tenés gente en Uruguay que ganó un millón de dólares… y más también”, explica Komaromi. “Yo no juego por la plata, que está buenísima; jugaría igual si no hubiera plata. Probablemente lo haría de otra manera, más como hobby”.

Se ha dado el caso de jugadores uruguayos que se juntan, alquilan una casa en un balneario en México y se pasan un mes alternando la piscina con el juego online, las buenas artes de un chef, la noche y la playa. “Para despejarse un poco y hacerlo más llevadero”, dicen.

 

Con respecto a las cifras exorbitantes que a veces se manejan y despiertan las fantasías de los más iniciados, Pablo Besón, coorganizador del Circuito Uruguayo de Poker y uno de los responsables de la revista MundoPoker.com.uy, aclara que “una cosa es ganar y otra cosa es cobrar. Vos cobrás el premio que sea, pero tenés que descontarle todo lo que invertiste pagando la entrada de torneos que finalmente perdiste. Ahí va a estar tu ganancia real. Pueden pasar muchísimos domingos jugando en el Sunday Million sin que recuperes tu inversión y podés estar muy abajo hasta que un día pegás el gran zarpazo y recuperás todo con creces”. Pedro cuenta que en 2012 perdió casi siempre, pero que tuvo dos meses que le justificaron el año.

“Los buenos pro dicen que si vos querés ganar determinado tipo de torneo, tenés que tener por lo menos 300 veces el valor de eso. ¿Querés jugar un torneo de 100 dólares? Preparate para tener 30.000 detrás. Yo en un torneo estaba 30.000 dólares abajo y los premios de cobro que logré habían sido chiquitos. En una semana salí un día primero y otro tercero y quedé 15.000 dólares arriba. Pero imaginate todo lo que tuve que sufrir para finalmente ganar. El poker es un juego eminentemente de largo plazo. No hay cosas fáciles acá”.

Al ser consultados sobre qué tanto pesa la variable azar, la respuesta fue unánime y casi a coro: en el corto plazo incide mucho, en el largo plazo la suerte es cero. “Claro, en la corta un pez te puede sacar todas las fichas en una noche. En el plazo largo te lo querés encontrar todos los días, porque ahí la suerte se diluye” y se empieza a dejar ver el verdadero nivel de juego del oponente.

Pedro tiene serias dudas sobre el futuro del poker online, porque ve que el nivel ha mejorado mucho. “Alguien tiene que cometer errores para que vos ganes. Si todos jugaran bien, nadie ganaría, sólo la banca por llevarse un porcentaje del juego que administra. Esto es muy duro y no sé si va a seguir siendo rentable. Quizá sí, pero con márgenes muy chicos. Mi plan siempre fue compatibilizar el juego con otra cosa. Me visualizo manteniéndolo hasta el punto en que sea rentable, pero con algo más, algo que llene el alma, que es lo que el poker no logra”.

 

 

 

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Viernes negro

El 15 de abril de 2011 es recordado como el peor día en la historia del poker online. Bajo la acusación de lavado de dinero, evasión fiscal y soborno a algunos bancos, las autoridades federales de Estados Unidos prohibieron el juego online en todo el país. La mirada estaba puesta sobre las tres salas más importantes, pero la medida afectó a todo el mercado. Tras el Poker Black Friday se congelaron las cuentas de jugadores pro y muchos optaron por irse a vivir a Canadá, México y Costa Rica. Actualmente se intenta revertir esta situación con el lobby enfocado en el Partido Demócrata. Los estadounidenses hoy sólo pueden jugar en su tierra con dinero ficticio.
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El imperio PokerStars

“Haciendo un paralelismo con el mercado de refrescos, es Coca y Pepsi juntas”, explica Pedro para referirse a la sala de juego online más importante del mundo, una verdadera multinacional con una fortuna incalculable de miles de millones de dólares. “Sólo el año pasado pagué 12.000 dólares de comisión”, dice Komaromi. PokerStars domina aproximadamente 90% del tráfico online. Las otras se disputan el resto. Ronaldo y Rafael Nadal figuran entre las estrellas contratadas para lucir la marca. Ahora están cruzando la línea virtual y están comprando casinos “reales”.
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