Las mujeres en un entorno patriarcal: los Asados uruguayos [Lento 36, marzo 2016]

Texto: Leila Macor / Ilustraciones: Ramiro Alonso

Las mujeres del Uruguay tanto urbano como rural se ven a menudo confrontadas a los Asados, que son situaciones sociales en las que sus habilidades, su madurez, su amabilidad y su respeto a las tareas masculinas son examinadas a fondo por las demás mujeres. Este escrutinio es particularmente demandante para una nueva hembra si ésta es presentada como La Novia, dado que en este caso las mujeres mayores no solamente estudian la capacidad de la forastera de adaptarse al grupo sino además su idoneidad para iniciar una familia con el joven macho fértil de la casa. Con el fin de restringir el presente estudio, nos enfocaremos en esta situación en particular.

Cuando comencé a analizar los Asados uruguayos como un fenómeno gregario en el que el clan establecido decide si aceptar a la nueva hembra como miembro, conocí a una matriarca (Martita) que aceptó la idea de incorporarme como observadora en los Asados de sus hermanos, sus hijos y sus yernos, siempre y cuando yo no interfiriera en la construcción y deconstrucción de sus lazos. Martita expresó esta objeción de una manera distinta, sin embargo, cuando me pidió explícitamente que me abstuviera de practicar el coito con cualquiera de ellos.

En un Asado las mujeres normalmente pertenecen a otros vecindarios u otros clanes, de modo que se ven forzadas a desarrollar nuevas relaciones de suegras, cuñadas, nueras o amigas para poder participar en el rito del parrillero como un fusionado grupo de Hacedoras de Ensaladas. Contemporáneamente, los machos normalmente están emparentados entre sí —o han sido amigos desde muy temprano en su juventud—, por lo que es improbable que sean vigilados por sus pares como un nuevo miembro del clan. No es cosa fácil, entonces, para La Novia, adaptarse a esta situación social en la que carece de vínculos afectuosos con las suspicaces mujeres que monitorizan su comportamiento.

La Novia debe ser entonces un poco tímida, aunque no hasta el punto de parecer demasiado simple; deferente con los ancianos y amable con los varones, pero sin mostrarse demasiado alegre ante ellos. Este aspecto es especialmente difícil para la joven hembra, en particular si es agraciada, porque debe balancear un adecuado nivel de cortesía y a la vez de rechazo hacia los parientes y amigos del macho fértil al que ella aspira. En otras palabras, tiene que recibir con simpatía sus flirteos y simultáneamente no mostrarse jamás ni halagada ni ofendida por ellos. Si La Novia obedece estas reglas tácitas, no toma demasiado alcohol, no participa en conversaciones políticas ni de fútbol y no inicia ningún chisme (aunque se le permite enriquecer los chismes iniciados por otro miembro del clan), los demás individuos aceptarán gradualmente su presencia.

ASADO-01_web

En uno de los Asados de Martita, el nieto más joven llevó una Nueva Novia, una mujer de 21 años. Instintivamente, la joven se alió a otra forastera de su edad: la mejor amiga de la hija del patriarca. Si bien no se conocían con anterioridad, se sentaron juntas y se sirvieron mutuamente coca light cada vez que sus vasos se vaciaban. Ésta es la manera correcta en que las mujeres nuevas del clan hacen alianzas para el futuro, aunque no deben olvidarse de desarrollar lazos también con las más viejas de la comunidad. Por otra parte, si bien ambas estaban en la misma situación, La Novia era estudiada con mayor intensidad que La Amiga: cuando la primera hablaba, el resto de las mujeres hacía silencio para darle espacio, un comportamiento que luce considerado pero es básicamente receloso.

Una vez que la joven Novia se ha establecido como un miembro del clan familiar de los Asados, se le permite proponer su propia ensalada para el banquete, lo cual deja la tarea de lavar la lechuga a las nuevas mujeres que aún deben ser toleradas. A estas alturas (nunca antes), ya La Novia puede quejarse de algunos caprichos de su macho fértil y recibirá el apoyo de todas las hembras del grupo. Si bien este apoyo no representa ninguna diferencia práctica en la relación con su pareja, sí actúa como una válvula liberadora de estrés y un elemento de complicidad entre las féminas del clan. Compartir desventuras carnales en el grupo de Hacedoras de Ensaladas es, en consecuencia, el recurso de oro de las mujeres para establecer sus propios vínculos en un ambiente dominado por los hombres.

Entretanto, ellos conversan con un vaso de whisky o de cerveza en la mano, de pie frente al fuego iniciado por el patriarca, que actúa como el macho alfa pro témpore del rito. Como usualmente ellos están emparentados o son viejos amigos, los tópicos de conversación suelen ser vagos y estar llenos de chistes privados en un alegre diálogo que es visto con envidia por las mujeres que, sentadas en la mesa a un lado, preparan y aderezan las ensaladas en torno a charlas sobre bebés o facturas de electricidad. No obstante, no importa cuán atractiva puede ser la tentación de participar en el diálogo de los machos, La Novia no tiene permitido levantarse, acercarse al parrillero y aportar un comentario en ninguno de los tópicos que ellos discuten, a menos que pretenda ser exiliada para siempre de este clan. Tales acciones son consideradas inaceptables por la comunidad de mujeres del Asado, que negarán de inmediato su simpatía a la “putita” —en palabras de Martita— que osó flirtear con los hombres de la familia.

Cuando llega el momento de recoger la mesa, las mujeres reconocen de inmediato su responsabilidad y establecen un implícito sistema de trabajo de grupo. Comienza así un ir y venir de la cocina al parrillero, mientras los hombres permanecen sentados digiriendo el recién deglutido ganado. Probablemente no han probado ninguna de las ensaladas, puesto que las preparaciones con vegetales son consideradas poco varoniles. No obstante, la falta de ayuda al levantar los tiestos y el desdén por las ensaladas en las que han trabajado no ofende a las mujeres, que son indulgentes al respecto porque admiran los viriles modales de sus carnívoros machos.

Pero si una de ellas, sobre todo si es La Novia, se rehúsa a llevar los platos a la cocina y/o lavarlos —en general con agua fría—, definitivamente sufrirá el desprecio de las más ancianas y, con él, el destierro del clan. Ello se explica porque comportamientos de esta clase son considerados agresivos por los demás individuos del grupo y dan muestra de que La Novia no es una chica respetable que merezca al joven macho fértil con el que se está apareando.

Así, las mujeres en los Asados uruguayos ejercen un poder de control colectivo sobre novias, amigas y potenciales prometidas de los hombres de la familia, que, por supuesto, están en la Luna y no se enteran de nada.


Publicado

en

por

Etiquetas: