Cambio de cabezas

Facundo Franco, JG Lagos

María Julia Muñoz es médica y fue docente durante dos décadas del Departamento de Medicina Preventiva y Social de la Facultad de Medicina, Universidad de la República. Asumió como ministra de Educación y Cultura el 1o de marzo de 2015, cuando Tabaré Vázquez comenzaba su segundo mandato. Durante el primero, había sido ministra de Salud, y cuando Vázquez era intendente de Montevideo, ella fue su prosecretaria general.

—¿Qué evaluación hace de lo ocurrido en 2015?
—Fue un año altamente conflictivo. Todos los años de presupuesto quinquenal siempre tienen un conflicto, y especialmente el presupuesto para la educación. Todos los actores involucrados en el proceso de la enseñanza tuvimos, desde distintas miradas, grandes problemas. Desde la mirada de los gremios, la declaración de esencialidad, que llevó a que toda la sociedad tomara conciencia de la importancia que tiene el aula, más allá de que no se aplicó y hubo una semana de diálogo intenso que sirvió también para algo muy importante: la movilización de los jóvenes en torno a la educación. Sin que los jóvenes participen no va a haber transformaciones en la educación. Y me refiero no sólo al cogobierno universitario sino a quienes están cursando la enseñanza media. El joven de enseñanza media hoy tiene una participación que le da la Ley de Educación, pero no siempre se lleva adelante de la mejor manera ni está establecido que haya una organización estudiantil detrás. A veces se dice que desde un liceo se selecciona a un estudiante para los consejos de participación, pero todavía no hay un fermento de los estudiantes de enseñanza media que puedan expresar cómo ven ellos el proceso al que están de alguna manera —no queda bien la palabra— sometidos. El encuentro del docente con el estudiante es fundamental. Ahora hay que transformar procesos y cabezas, además de estructuras.

—¿El conflicto presupuestal fue sólo un problema de salarios o percibió otra clase de disconformidad o desacuerdo?
—Deben subyacer muchos problemas. Yo he participado en gremios estudiantiles y docentes, y siempre se disputan espacios de poder en lo que tiene que ver con el presupuesto pero también por la incidencia en políticas educativas. En lo que yo pude ver, en 2015 la disputa por espacios en políticas educativas estuvo ausente y se radicó fundamentalmente toda la conflictividad en temas salariales y en mantenimiento de locales. Pero, además, se comenzó con una situación de planteo de fuerzas desde mucho antes de conocerse las pautas salariales. Todos tenemos para aprender. Primero, que la pauta salarial no puede ser muy cerrada. Tiene que haber un espacio para que el gremio ejercite su poder de negociación. Ese espacio quedó acotado, pero también es cierto que se venía con paros preventivos desde mucho tiempo antes. Eso llevó a un desgaste de las dos partes. Hay que reconocer que la medida de la esencialidad fue muy antipopular para sectores que no eran propios de la educación, pero se tomó consciencia de la importancia del aula. También los gremios, con la seguidilla de paros, adoptaron medidas antipopulares. Por eso en las elecciones para la representación de los docentes en la dirección de las políticas educativas terminó ganando el voto en blanco. En definitiva: autocrítica para todos, o sea.

—¿Cómo se prepara este año entonces?
—En 2016 tenemos lo salarial resuelto y habrá mucha inversión edilicia, en un país en el que el mantenimiento de los locales cuesta mucho en dinero y también en hábitos. Cuesta mucho el mantenimiento preventivo. Un equipo de arquitectos extremadamente competente está trabajando en el tema. El país enfrenta una situación crítica: se están ampliando los cupos para la enseñanza de tres años, porque se había pensado en hacerlo más gradualmente, pero lo aceleramos para satisfacer la demanda. Ahora hay que dar respuesta en términos locativos y es un desafío que lleva a un trabajo intenso para llegar con las plazas apropiadas para ese grupo etario, que es uno de los más importantes. Por otro lado, tenemos desafiliación en el primer ciclo de la enseñanza secundaria que tampoco está adaptado para que todos los que egresan de la escuela pasen a los liceos: no hay lugares.

—La infraestructura, entonces, tendrá prioridad…
—Vengo de una reunión con el Codicen para ver las obras que se van a hacer de 2017 a 2020. Las más prioritarias van a ser desarrolladas con más dinero presupuestal y las otras se están estudiando con participación público privada. Es un trabajo conjunto de los arquitectos del Codicen y los consejos desconcentrados. Hay que pensar a la educación también desde la perspectiva de lo edilicio, y no sólo pensar en aula como lugares de clase sino en espacios comunes donde puedan reunirse los padres, los estudiantes, la biblioteca con espacios de intercambio estudiantil. Todos los ambientes de una planta deben estar diseñados en función del proceso de aprendizaje.

—¿Se cumplirá con el objetivo de universalizar la enseñanza media durante este gobierno, como propone el programa del Frente Amplio?
—Para universalizar la enseñanza media hay que construir muchas plazas. Está previsto universalizar los primeros tres años de educación media y que al segundo ciclo ingrese el 75%. Está hecho el cálculo y el cronograma de nuevas clases, tratando de unificar en cercanía escuelas con centros polivalentes (o UTU o primer ciclo). Hay buena disposición territorial de las escuelas (no óptima porque las poblaciones se van desplazando y faltan centros en las nuevas congregaciones), pero hay escasez y mala distribución de centros de enseñanza media. Hay edificios antiguos, algunos con grandes problemas edilicios, otros demasiado grandes para administrar, con una visión de antes, de que llegaba a la enseñanza media solamente el que estaba totalmente destinado a entrar en la universidad. Que la enseñanza media sea un requisito universal para todos lleva una gran complejidad: en docentes, que no alcanzan, y en edificios, que tampoco alcanzan.

—¿La formación docente es parte del “cambio de cabeza”?
—Todos los maestros ejercen una vez que se reciben; los profesores de enseñanza media, que tendemos a universalizarla, no están todos recibidos. Con dos años de carrera comienzan a dar clase y después la vida los lleva a juntar más horas, y no se reciben. Dos desafíos: uno es acreditar las competencias que la persona ya tiene y el otro es cómo incorporar a todo el colectivo a un nivel superior de maestrías y doctorados, a un nivel de estímulos en el que puedan seguir desarrollándose como docentes o incorporándose en otra carrera.

—Pero hoy eso no repercute en su evaluación y avance en la carrera.
—Todo eso requiere cambios de estatuto y una cantidad de cosas que hay que discutirlas. En algún momento se van a hacer cambios, pero cuál es el momento no lo puedo decir, porque son discusiones que llevan mucho tiempo. En este período tenemos la discusión del Congreso de Educación en el que se van a tocar muchos temas y la formación de los docentes tiene un lugar protagónico en ese espacio. También tenemos el diálogo social en el que se intercambiarán opiniones sobre cómo se ve el futuro de la educación en el país.

—¿Qué impide cambiar más rápido?
—La conformación de nosotros, de los humanos. Te acostumbrás a algo y, más allá de que salga a la puerta y te diga “quiero que Uruguay cambie”, cuando el cambio me toca a mí, no quiero que cambie nada. El Plan Ceibal fue resistido y recién ahora ha sido totalmente incorporado. Los cambios cuestan. Los tecnológicos van mucho más rápido que los cambios mentales de un colectivo muy grande de la sociedad. Al ir manejando esas tensiones hay que encontrar un punto de equilibrio que no siempre es fácil. Uno tiene que empujar, y los otros se sienten muy empujados a veces.

—Se dice que el Ceibal funcionó porque se implementó directamente desde el Poder Ejecutivo, de manera poco convencional. ¿Qué pros y contras tiene esa forma de implementación?
—Tiene mucho más ventajas que desventajas, porque si no todavía capaz que estábamos convenciendo de la necesidad de incorporar la informática en las escuelas y creo que ha sido lo más revolucionario, no sólo de Uruguay sino de los países de la región y del mundo. Que un niño de escasos recursos tuviera acceso a una computadora y que sus padres lo tengan, les abre una ventana al mundo. Por medio de la computadora entienden que el mundo no es sólo el pedazo de tierra en el que viven. Si no fuera por Tabaré y porque fue hecho desde afuera y con nivel, no existía el Ceibal. Tuvo un momento de desconexión y ahora ya está fluyendo en los no nativos digitales, que son los profesores, porque los obligan los nativos naturales, los estudiantes.

—¿El recambio de autoridades en su Ministerio no reflejó que además de lo presupuestal había una tensión en cuanto a políticas educativas?
—En realidad, cuando estuvimos trabajando juntos no había tales diferencias. Cuando Mir se fue, planteó por la prensa, si bien en un espacio cerrado pero abierto a la prensa, diferencias en cuanto a la confiabilidad de que pudieran hacerse cambios. Yo creo que no podés trabajar si no confiás en que tu trabajo y el del colectivo que te rodea va a poder cambiar las cosas. Si no tenés confianza en que podés hacer cambios, estás afuera 
del proceso.

—¿Hubo discusiones sobre cómo llevar adelante el programa de gobierno?
—Las autoridades están llevando adelante el programa de la mejor manera que se puede, porque están en organismos colectivos, trabajando con muchísima gente. Cuando uno piensa que todas las decisiones les deben llegar a 60.000 personas y que afectan a 230.000… son todas cifras astronómicas. No podés trabajar con autoritarismo, de manera autocrática, hay que trabajar convenciendo y seduciendo, con la convicción de que las ideas son las mejores o las probables, o hacer cambios en la marcha. No es una materia en la que se vean los resultados a corto plazo, tampoco en la que puedas dar órdenes para que se cumplan y rápidamente se hagan. Dentro de los propios organismos de la enseñanza está mucho más integrado el magisterio que la enseñanza media. Todos los maestros son recibidos, todos tienen formación en servicio, que también los lleva a mantener más en la aplicación metodológica de la pedagogía, de la didáctica. Secundaria ya tiene mas dificultades de formación docente, de gente que no se ha podido recibir, y hay que ver cómo terminan la carrera. Hay que estudiar qué posibilidades hay de que tengan nivel universitario, que incorporen otro tipo de conocimientos que tienen que ver con el desarrollo de la neurociencia, de la psicología, de la psicología social, darles otras herramientas que hoy son muy necesarias, además de incorporar otros perfiles profesionales como los psicólogos y psicólogos sociales, que también son muy necesarios y no todos los establecimientos tienen.

—¿Cómo ve la tensión entre docentes, por un lado, y sociólogos y economistas, por el otro?
—Realmente, en los consejos de la ANEP es mucho más respetada la opinión del docente de carrera que la del analista de la educación, sin duda. Lo que opina un maestro con trayectoria es totalmente distinto a lo que pueda opinar un académico. Lo que opina Edith Moraes [la nueva viceministra] es tomado de otra manera, tanto por los maestros como por los profesores, así diga exactamente lo mismo que decía Fernando Filgueira [el viceministro que renunció]. Porque fue maestra, directora de escuela, concursó para inspectora, dirigió el consejo de enseñanza primaria, fue consejera de formación docente y tiene una amplia trayectoria como docente que hace que la gente la conozca.

—¿Alcanza con los académicos y los docentes para dirigir la educación?
—Los padres y los estudiantes tienen mucho para dar, opinar y pensar. Hoy un estudiante de enseñanza media piensa y puede saber perfectamente bien qué necesita en ese momento de su vida. Puede opinar mucho más y también es una manera de control social de la educación muy importante. Si no, como que nadie tiene la responsabilidad de nada. Si hay un colectivo de estudiantes que le dice al director que hace tres meses que no tiene clase de matemática, el director alguna solución tiene que encontrar. Si los padres van al liceo, lo mismo. Los ámbitos están dados, pero la participación está muy puesta en coyunturas menores, como “preciso la cancha de fútbol abierta todo el día”, en vez de discutir cómo necesito estudiar geografía.

—La forma en que está estructurado el gobierno de la educación, con el MEC por un lado y la ANEP en paralelo, ¿requiere algún cambio?
—Tu generación lo pensará. Yo me he propuesto hacer andar más rápido lo que está. Que tiene cosas muy positivas, como que las autoridades son designadas por el Poder Ejecutivo con venia del Parlamento, por lo que un fantasma sin carrera no puede estar al frente de la educación. Además, allí se comparten responsabilidades con docentes con trayectoria educativa que votan los propios docentes. Ese sistema está muy bueno.


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